Un drama de telenovela en el minuto 85…
¡Ay, Camavinga! Cuando creíamos que el destino ya no podía ser más retorcido, va y nos lanza esta última jugada tan absurda como toparse con una oveja en medio de un partido de fútbol. Resulta que la teoría del caos parece habitar en el césped, porque en el minuto 85, Carlo Ancelotti soltaba más humo que un coche viejo al ver cómo su plan magistral se desmoronaba por una lesión de última hora. Camavinga se rompió el abductor en un gesto de pura dramaticidad al chocar con Luis Milla. El pobre intentó seguir, como un héroe de acción en una película ochentera, solo que sin explosiones heroicas y sí con un dolor muscular insoportable.
Imagina la escena: Camavinga interpretando su mejor papel de telenovela mexicana, con manos en la cara y todo, mientras el público aguantaba la respiración y Ancelotti explotaba como el corcho de una botella de champán al grito de ¡saquen a ese hombre del campo ya! Pero el joven francés, terco como una mula, decidió que abandonaría el terreno de juego solo cuando las pruebas matemáticas confirmaran que sus piernas ya no lo sostenían. Resultado: el césped ganó esta batalla.
El resto del equipo, con la dramatización de Fedrico, intentaban convencerle de retirarse para no dejar a todos con los nervios, pero ahí seguía Camavinga, desafiante ante el dolor como si el balón fuera lo único importante en la vida. Al final, Ancelotti tiene que volver a la pizarra para la final de Copa, moviendo fichas como si de un ajedrez de locos se tratara. Porque, amigo mío, el fútbol es así de testarudo y, a veces, más dramático que un triángulo amoroso en una novela turca. ¡Prepárense para la final de Copa, que aquí nadie sabe lo que va a pasar!