Ancelotti y su misión imposible con Camavinga…
Imagínate a Ancelotti como un encantador de serpientes, intentando dirigir a Camavinga con una flauta mágica en mitad del Emirates. Pero, oh sorpresa, Bellingham apareció de la nada con un manual de instrucciones del Ikea, tratando de ayudar a nuestro héroe a encontrar su brújula. Al final, Camavinga decidió que lo mejor era invocar su superpoder del ‘desaparecimiento táctico’ y ver el resto del partido desde el vestuario, donde las bebidas isotónicas seguramente eran más de su agrado.
Parece que el universo no está conspirando precisamente a favor de Camavinga. Con el inicio de la temporada y la retirada de Kroos, tenía el camino tan despejado como una autopista a las tres de la mañana. Pero no, su rodilla decidió convertirse en cantante de ópera y dejó al francés fuera de juego más tiempo que una siesta post-comilona. Por si fuera poco, ni las bajas de Tchouaméni ni Ceballos le hicieron un hueco en el once titular, hasta probar suerte de lateral izquierdo, una posición que para él es algo así como decirle a Messi que juegue de portero.
Por suerte para el joven galo, el Real Madrid no lo suelta ni con espátula. Con toda la fe de un club enamorado, sostienen que Camavinga es parte del futuro blanco, quizás como el mesías de un relevo generacional. Carlo insiste en que debe progresar, como un Pokémon esperando evolucionar. Y aunque su rostro no dista mucho del ‘No me dejan jugar’ durante los encuentros, al chico siempre le queda la esperanza de impresionar al club, a los fans y, quién sabe, al propio Deschamps.