¿Hasta cuándo la maldición del mediocampo?…

Dani Ceballos, el hombre capaz de escabullirse del radar de Xabi como quien evita al vecino charlatán en el ascensor, ha pasado más tiempo calentando el banquillo que una tostadora en el Mundial de Clubes. En sus apariciones esporádicas, sumó 70 minutos para lucir su aclamado peinado impecable. Con tanto tiempo libre, le sugirieron aprender a hacer malabares con balones para sorprender al míster, aunque aún no hay constancia de que haya impresionado a alguien más allá de sus gatos.

La lista de salida de Dani parece asegurada, y es que este talentoso intérprete del césped ha dado más vueltas que una lavadora en el Madrid. Con Modric en plan retiro dorado en la playa y Kroos paseando por las colinas alemanas, Ceballos podría postularse al trono del mediocampo. Sin embargo, el fantasma de Güler vaga por la cancha, listo para tomar el relevo si Ceballos decide dedicarse al cultivo de bonsáis en Betis.

En el mundo de los cromos del fútbol, Ceballos tiene más intercambios que un niño en el patio del recreo. Zidane no lo quería, Ancelotti lo pensó dos veces y Xabi parece tenerlo en la lista de «quizás, algún día…». Entre tanto, el Betis sigue de reojo, esperando tal vez una iluminación divina que les permita hacerle un hueco. Pero, queridos entusiastas del balón, una cosa es segura: ¡Ceballos no se rinde ni en sus peores pesadillas!