El eterno juego de las puertas…
Dani Ceballos, el Houdini de Utrera, ha descendido sobre Sevilla causando un gran revuelo. Como si se tratara de un personaje de cómic, Ceballos se debate entre el Real Madrid, donde juega menos que el que lanza monedas en los pozos, y el Betis, su hogar de antaño, donde espera que le reciban con los brazos abiertos… y las puertas también. Mientras mete sus maletas al coche, sus manos parecen más ocupadas que las de un malabarista, dejando entrever un posible regreso que todavía está menos claro que los capítulos finales de una telenovela.
El pobre Ceballos, acosado por rumores, no deja de soñar con su vieja casa como quien espera ver al genio de la lámpara al frotar un balón. Aunque la idea de volver siempre está en el aire como los globos de una fiesta sorpresa, la realidad no es tan sencilla. Su contrato renovado hasta 2027 puede ser más resistente que un candado de banco suizo, lo cual tiene a las arcas del Betis rascándose la cabeza con dudas financieras dignas de lanzar señales de humo.
Mientras tanto, el Real Madrid, que se siente como un rompecabezas sin piezas sueltas, observa cómo la salida de estrellas como Kroos y Modric deja más espacios vacíos que el que sopla en una bolsa abierta. Xabi Alonso, aún en sus pruebas científicas estilo laboratorio loco, considera a otros jugadores como Güler y Tchouaméni antes que a Ceballos. Para Dani, sin embargo, la esperanza de un regreso, como el canto de un canario en un patio soleado, resuena cada vez que mira al sur, al querido Betis, esperando que las puertas no tengan candado.