El rebelde de la cancha…

Amigos del balón redondo y las cláusulas imposibles, hoy vamos a charlar sobre Chus Alonso, el héroe del fútbol que no firmaba contratos, ¡los desafiaba! Imagina un partido de tenis entre Goliat y un contrato laboral. Ese era Chus, viendo la final de la Copa de 1936 desde la grada porque así se lo dictaba su corazoncito vikingo. Un día empezaba pactando unanimidades en Valladolid y al otro, con la misma facilidad con la que estornudas, aparecía pateando balones en uno de los torneos más emocionantes nunca creados: la Liguilla de Equipos Amateur en Madrid. ¡Move over, Champions League!

La guerra civil estalló así que decidió tomarse un descansito en Asturias. Y si todo eso ya suena como un reality show de los 30s, esperen a escuchar la parte del séptimo arte: sus negociaciones. Su contrato con el Real Madrid era idéntico al del Barcelona pero quedaba más embrollado que una red de portería tras 90 minutos de partido. A ver, si el blanco no es siempre el color de la paz, imaginen cuando se mezclan cláusulas contractuales de ida y vuelta. Optó por un retiro temporal en Asturias que ni Gandalf lo podría haber anticipado.

Pero como todo buen guionista sabe, los personajes no pueden quedarse mucho tiempo en plan retiro. Volvió al campo no por menos de un contrato faraónico que lo trajo a jugar como una bala por todo Chamartín. Años de goles increíbles, tabaco portugués y homenajes grandilocuentes, nuestro querido Chus Alonso dejó huella no solo en el Santiago Bernabéu sino también en el corazón de todos los que amamos el fútbol y las historias truculentas. Al final, su legado es como un pase en profundidad: sorpresas, goles y una voluntad de hierro que ni los contratos pudieron romper. ¡Vamos Chus, que San Lorenzo te acompañe!