El belga brilla más que el Sol…
Si Cúpido lanzara ceros en lugar de flechas de amor, seguro que estaría apuntando directamente a Thibaut Courtois, el guardián de los arcos amoroso del Real Madrid. El titán belga, armado con guantes mágicos y reflejos de gato ninja, hizo más paradas que un autobús en hora punta, ¡diez! Sí, sí, como lo escuchas, más que un equipo de béisbol dando vueltas al oro en la final del Mundialito contra el Pachuca.
Claro, compitió con el Nathan Garrow de Auckland City, quien también se esforzó y paró diez, pero recibió seis goles, ¡los de los aurinegros ni una patata le dejaron! Mientras tanto, nuestro Courtois, con un tanto de éxito superior al 90%, hizo que el público se quedara sin uñas del nerviosismo y esquivara el infarto con la misma destreza milagrosa con la que él esquiva el balón. ¡Ni Houdini podría desaparecer más bolas y salir ileso!
Y si todo esto no fuera suficiente, hasta en el descanso Courtois estaba servido de picante. Dándole lecciones de vida a Asencio como si fuera su profe de ética, le dijo a Dazn que el central cometía errores más seguidos que un reloj de 30 centavos. Por suerte conseguimos el triunfo, gracias a que Bellingham, Arda y Fede decidieron que para ganar el Mundial de Clubes era mejor marcar goles que jugar al Parchís.