El dilema del banquillo: ¿acordar o desafiar a papá?…
Davide Ancelotti entró en la redacción de MARCA como si estuviera robando un penal en el último minuto. Con el sigilo de un ninja en una convención de samuráis, el joven Ancelotti nos cuenta que casi nunca está de acuerdo con su padre, Carlo. Según él, su padre necesita un entorno desafiante. Vamos, que Davide parece la mosca en la sopa de Caldo Ancelotti, el entrenador más calmado del planeta. Eso sí, si fuera un duelo de cabezotas, Davide se quedaría con la medalla de chocolate porque Carlo tiene más años de tozudez que el almanaque de la abuela.
Entre risas y anécdotas, Davide confiesa que disfrutar de unas largas vacaciones es tan raro como ver un unicornio jugando de delantero del Real Madrid. Nos cuenta que, en casa, si ve demasiados partidos, su familia amenaza con contratar a Xabi Alonso para que se quede con la televisión. Fútbol es su segundo idioma, seguido por los suspiros familiares que le recuerdan que también existe Netflix.
Por su parte, Davide está convencido de que ‘de tal palo, tal astilla’ podrá dirigir un equipazo por sí mismo, pero ha decidido posponer ese sueño hasta que termine de entrenar junto a su papá en la selección brasileña. Dice que los Ancelotti son como una telenovela familiar: una mezcla de risas, lágrimas, y mucha samba. Porque en casa de herrero, cuchillo de madera… ¡o como él dice, balón de oro!