El pequeño gigante de Costa Unida…

Dean llegó a Marbella a los cinco años procedente de Ámsterdam, y causó tal impresión que los equipos de la costa se plantearon si era un niño o un jugador profesional en miniatura. Lo primero que hicieron sus papás fue encontrarle un equipo, y así aterrizó en Costa Unida. Su entrenador, Szpilczynski, al verlo, se dijo: «Este muchacho tiene más talento que mis bocadillos de chorizo.» Desde ese momento, Dean empezaba a coleccionar anécdotas como cromos.

La primera sorpresa llegó cuando el chico, que aún no hablaba español, pidió ser delantero. Pero su entrenador, usando el poder del convencimiento digno de un Jedi, logró transformarlo en un central aún más revolucionario que una pizza con piña. Dos años tardaron en convencerle, y durante ese tiempo, no solo se dedicó a perder dieces en el campo, sino a cultivar la zurda, a la que antes evitaba como a un examen sorpresa.

Dean era un caso raro desde sus primeros días de benjamín: pa’ empezar, si no impresionaba por goles, lo hacía por su altura. Tal era el impacto que los rivales pensaban que era un infiltrado madurito. Un día, sin portero y peor aspecto que un campo en tercera ronda, Dean se enfundó los guantes y dejó boquiabiertos a los del Estepona al ganar 3-2. ¿Y la dieta? Hasta en los cumpleaños rechazaba pastel como un auténtico cabezota que, adivinen, obviamente terminó en el RM. ¡Locura! ¿Qué será lo próximo? ¿Dominar también el curling?