Valencia, caos y goles bajo el sombrero de un asturiano…
Imaginad a Diego López, nuestro querido ‘Guajín’, corriendo más rápido que la fibra óptica tras un balón, en una temporada donde el Valencia ha pasado más tiempo deprimido en la tabla que una croqueta en el congelador. Entre la poesía y la pólvora, Diego ha marcado goles en cuatro partidos consecutivos, porque ¿quién necesita estabilidad emocional cuando puedes estar en racha goleadora y encima ser el máximo anotador junto con Hugo Duro? Diego dice que el pique entre ellos es tan cariñoso como un abrazo de oso: «Si él marca, genial; si marco yo, mejor es poco», dice desde Paterna, con una sonrisa asturiana.
Hablando de suerte y tragedias, mencionemos los 17 años de sequía goleadora del Valencia en el Bernabéu que podrían hacer que el próximo gol de Diego se celebre como si hubieran encontrado agua en Marte. La última vez que vencieron allí, Diego estaba en pañales futbolísticos. Quiere otra victoria, como un kleinómetro asturiano dispuesto a acortar la distancia kilométrica entre goles de la última jornada hacia la ansiada salvación. ¡Que bueno sería que marcase este sábado, dejando a la Galaxia Merengue temblando cual flan de postre!
El chico de Turón pone su corazón patrio en cada partido, siempre soñando con esos goles que hacen a los aficionados llorar de felicidad y las estadísticas aullar de orgullo. Habla de la renovación con la calma de un koala después de su siesta y confiesa que solo tiene ojos para la salvación del equipo y para ese mítico Europeo de verano. Al final, diego agradece a la ciudad de las Fallas todos los fuegos artificiales que ha encendido y señala, con evidente felicidad futbolística, «Tengo tiempo de sobra para renovar, pero por ahora, a salvarnos y ya luego, si eso, me preocupo por si me etiquetan o no en Instagram». Donde esté Diego, comunicación y goles hay seguro, como aliteración necesaria para cualquier aficionado de fútbol que se precie.