La tormenta perfecta en la Liga…

Los astros del fútbol se han colocado en línea y la Liga ha entrado en su recta final como un episodio de telenovela. Por un lado, tenemos al Barça, que más que el favorito parece un robot de cocina: a todo le pone salsa y además persigue con buena música de fondo. No solo está asombrando con su juego tipo ‘maestro del Tetris’, sino que encima le toca recibir a su querido Madrid con la diferencia de goles a favor. El Madrid, por otro lado, persiste cual gato con siete vidas. Ni el Titanic estaba tan condenado, pero el Madrid siempre se salva del naufragio en el último segundo. Por el contrario, el Atlético… ay, el Atlético… está como un testigo en una boda falsa: no se lo esperaba ni un mes atrás, y ahora se pasea como alma en pena tras tres perlas que parecían tener al alcance de la mano. Y sobre la promesa de la Copa… eso es un misterio digno de Sherlock Holmes.

El Barcelona parecía decidido a demostrar que puede ir por el campo como un camión de helados (vendiendo felicidad por doquier), y arrolló al Girona. Parece que juegan con la partitura de Mozart, porque todo su fútbol es un espectáculo, incluso sus 1-1 engañosos. El pequeño prodigio Lamine Yamal está haciendo magia digna de la animación estilo ‘Looney Tunes’, liando a cualquier defensa como si fueran el Coyote en sus peores días. Su victoria era tan solo cuestión de tiempo, como averiguar el final de un cuento que ya te sabías.

El Real Madrid, en cambio, salió al campo como siempre: como un estudiante en junio, desesperado pero siempre con suerte. Esta vez, el árbitro le echó un guiño cómplice, como el director que pasa por alto tus pésimas notas. El equipo gala de dos horas trajo consigo un Mbappé que cocinó un gol como si fuera el Ferrán Adrià del balón, y Bellingham que apenas supo añadirse a la explosión de sabores. Los madridistas podrían hacer limonada con el limón más soso, pero este desafío será tan grande como buscar la salida de un laberinto gigante.