La Pizarra de Quintana se enciende…

El Real Madrid ha vuelto a ganar, pero con un estilo que hace que hasta mi abuela pida un juego bonito para la vista. En el último partido contra el Celta, los merengues jugaron como si llevaran las botas al revés. Los tertulianos de La Pizarra de Quintana analizan cada pase errático como si estuvieran buscando pepitas de oro en el desierto. Miguel Quintana, que parece tener el libro de cocina de Ancelotti, se pregunta por qué no poner a Arda Güler en el horno antes de que las milanesas se quemen, en lugar de seguir sirviendo Rodrygo a medio cocer.

Miguel Ángel Román, otro chef de la estrategia futbolística, opina que no hay razones para que Güler se quede secando los banquillos si tiene más chispa actualmente que un enchufe desenchufado. Y es que, con Güler en el campo, hasta parece que el balón parado del Madrid hace más giros que una lavadora en centrifugado. El turco parece tener una reserva secreta de fuelle y frescura que, al tocar la pelota, deja a todos con cara de haber probado helado por primera vez.

Fran Guillén propone la revolucionaria idea de que el Madrid planifique sus partidos según las necesidades del momento, como si de un tetris se tratase. Mientras tanto, Adrián Blanco sigue pintando a Ancelotti como un aprendiz de mago que todavía ensaya con las varitas equivocadas. Nahuel Miranda recuerda un invierno cuando los madridistas jugaban con tantos delanteros que parecían más un equipo de superhéroes que un once titular. Parece que en cada Clásico, el Real Madrid organiza más experimentos que un laboratorio de química.