Felipe Melo juega de comentarista…

En una esquina del cuadrilátero, con micrófono en mano y sin guantes de boxeo, aparece Felipe Melo, el brasileño embajador de la FIFA. Ha estado observando el Mundial de Clubes como un detective tras la pista de un criminal. Felipe, con expresión digna de quien encuentra la última galleta en el tarro, defiende el Mundial diciendo que en Brasil se ve más que las telenovelas y en Argentina casi más que el asado dominguero. Dice que le encanta el formato, tanto que lo adornaría con guirnaldas si pudiera.

Cuando se trata de hablar de Rodrygo, Felipe se transforma en un poeta del balón. «Rodrygo es el que más calidad tiene», declama como si estuviera hablando del mesías del fútbol. Dice que el club español se sienta en un trono dorado gracias a Rodrygo, pero que llega un entrenador nuevo y todo es como las telenovelas: ¡inesperado y emocionante! Entre bromas y veras, señala que el joven tiene que decidir si se queda en el Madrid o si el Mundial es su destino final, porque, claro, Brasil lo necesita tanto como el oxígeno.

Vinicius Jr. también está en el candelero. Para Felipe, es el eterno incompleto. «Siempre puede hacerlo mejor,» afirma como quien dice que su abuela cocina mejor que la de su amigo. «Si hace tres goles, puede meter cuatro y si tan solo hace dos, ¡qué pida el VAR!» Entre metáforas y sonrisas, asegura que Vinicius también podría conquistar el PSG con solo parpadear. Es su Balón de Oro mental, su musa del césped. En resumen, ¡qué viva el fútbol y las ocurrencias de Felipe!