Cuando el fútbol español se viste de telenovela…
Era una tarde más, como cualquier otra en la ciudad del fútbol surrealista, pero algo hacía que el aire oliese a telenovela venezolana versionada por Shakespeare. En la antesala de una final de fúbol, un grupo de aficionados, que bien podrían haber sido clones perdidos de telenovelas dramaticosas, se arrancaron con una serenata de poco cariño cantando «¡Vinicius muérete!». Uno pensaría que estaban grabando una escena digna de la serie más dramática y absurda, pero no, era simplemente un miércoles cualquiera en Fútbolandia.
Imagínense, un valiente papagallina de fútbol paseando con su hijo de 7 años, mientras se les ofrece este inesperado concierto para horror familiar. ¿Qué vibraciones cósmicas habrá sentido ese pobre angelito de 7 años? Probablemente haya pensado que el fútbol es el lugar ceremonial donde adultos extraños cantan todas sus emociones más profundas, como si se tratara de un concierto de rock al revés, solo que en vez de guitarras, se usaban cornetas desafinadas de repulsión.
La pregunta existencial del siglo: ¿Deberíamos prohibir el fútbol para menores o a los adultos que cantan esas barbaridades? Porque claro, lo preocupante no es que pierdan el partido, sino que pierdan la categoría de evento familiar. ¡Al final, el fútbol debería ser sobre goles y no metegoles! Es mucho más saludable compartir tacos, pero de fútbol, no de lenguaje. Vamos, que esto se está poniendo muy «Monumento a la Calabazona» de lo absurdo. ¡A jugar, no a dramatizar, campeones!