El drama de no encontrar su zapato de cenicienta…

En una noche digna de una obra de teatro griega, el Real Madrid entró al campo como la oveja suelta en el corral del rival. Y es que el equipo merengue venía arrastrando más derrotas que un pingüino en una competición de 100 metros lisos. Llevaban tantas goleadas en la mochila, que si se tratara de un partido de tenis, Federer habría retirado su raqueta por miedo al ridículo. Sin embargo, estaban dispuestos a cambiar de signo su destino lleno de adversidades, aunque el cielo parecía caérseles encima.

Los astros no se alinearon para el Madrid desde antes de empezar el partido, y dado el reciente historial, sus seguidores seguramente tenían más esperanzas en una nevada en el Sahara que en una victoria del equipo. ¡Era como si el balón tuviera un misterioso imán que le atraía a su propia portería! De hecho, hasta uno de los entrenadores del equipo rival fue visto preparando un GPS para el balón por si acababa más veces en la red merengue.

A pesar del naufragio en el terreno de juego, el partido demostró una cosa: el Real Madrid podría protagonizar cualquier culebrón lleno de giros inesperados, traiciones y un sinfín de goles en contra. Con la camiseta tan pesada por tantas derrotas, hasta un halcón planeador pensaría dos veces antes de posarse sobre ellos. En fin, era un drama digno de mejor final, o al menos un guion de película de sobremesa llena de intriga y decepciones.