Las aventuras épicas y lesiones galácticas de los blancos…
¡Amigos del fútbol y de las tiritas! El Real Madrid se embarcó en 72 partidos con la misma alegría de un turista tomando el sol en Cancún sin protector solar. Su misión: conquistar siete títulos en 11 meses, un objetivo tan esquivo como encontrar oro en una bañera. Pero, ¡oh sorpresa! El universo tenía otros planes: el equipo se convirtió en un hospital ambulante, con más lesiones que un acuario en la sequía del desierto.
El intrépido capitán Ancelotti, con más frentes abiertos que un navegador con mil pestañas, vio su tropa caer como piezas de dominó en una competición frenética que los sacudió hasta el tuétano. En abril, la escuadra blanca llegó al campo de batalla cojeando más que las sillas de una cafetería de barrio. Fueron 32 días en los que 12 valientes jugadores cayeron heridos de gravedad, un espectáculo estilo Acapulco Shore pero con yesos y muletas.
Para el ilustre doctor Ripoll, el culpable es el calendario que debería tener un cartel de «PELIGRO: ¡SE REQUIERE ARNÉS!». Con casi tantas lesiones como un jugador de videojuegos dándole sin parar al botón de correr, toca reflexionar: ¿quizás los jugadores deberían clonar a Modric o usar el gen de Güler? Los clubes, igual que apretados en un coche de payasos, deben aceptar que no todos irán en primera clase hacia la gloria. ¿Podrá el Madrid arrancar los próximos 72 partidos sin parecer protagonistas de una tragicomedia deportiva?