Guillermo Pont: De carpintero a estrella blanca…
En los años 40, el Real Madrid tuvo su ración de jugadores baleares, siendo Guillermo Pont el rostro más fresco en Chamartín. Este joven de 23 años llegó a la capital con tanto entusiasmo que parecía que iba a levantar el Santiago Bernabéu con sus propias manos. Debutó en un amistoso, y sus piernas demostraron estar hechas de acero al soportar golpes más fuertes que un trueno. Aunque, si fuera por su familia, él estaría construyendo mesas en lugar de batiéndose el cobre en el campo.
Las lesiones no dejaban en paz a Pont, como si fueran seguidores en un concierto de rock. En un partido, jugó con una mano rota y casi parecía que sus piernas estaban más parcheadas que su cadera en una fiesta de Halloween. «Jugaría por el Madrid arrastrándome», decía confundiendo su vida con una película de acción. Al final, su amor por el club no lo salvó de una serie de desgracias que lo dejaron fuera del radar futbolístico antes de los 30. Se despidió del campo con más golpes que un saco de boxeo.