Un adiós tan secreto que ni su sombra lo sabía…
En la gala de los agradecimientos desaforados, mientras Modric recibía aplausos que ni la Mona Lisa escuchó jamás y Ancelotti nadaba en un abrazo de cariños, nuestro SuperLucas Vázquez se fue por la puerta de atrás. Pero como en un truco de magia, lo que parecía un adiós con más discreción que un ninja en un partido de béisbol, se convirtió en un final de película. ¡Ni el club ni el propio Lucas anunciaron el evento sorpresa!
Así, mezclado con las maratonianas ovaciones del Bernabéu, Lucas abrazó a sus compañeros, como un koala alérgico a las fotos, sin apenas alzar la voz. Hasta que, oh sorpresa, en el minuto 75, Ancelotti hizo un cambio revelación más digno que cualquier giro de guion hollywoodiense. Al salir el cartelón mágico con el número 17, el estadio se vino abajo. Lucas, más emocionado que un pingüino en una fiesta tropical, recibió una ovación tan grande que podrían haberla escuchado desde Marte.
Y allí, con su llanto festivalero, mano en el escudo y ríos de emoción surcando su rostro, Lucas Vázquez se retiró dejando el misterio de su adiós en el aire. Su próxima parada: despedirse del Real Madrid tras el Mundial de Clubes, como ese mago que se va sin capa, pero con un público que nunca olvidará su espectáculo, sencillo pero inolvidable.