Vinicius y la saga de Arabia

¿Hay algo más entretenido que una telenovela futbolística? El Real Madrid parece vivir cada temporada su propio drama con Florentino Pérez como el director estrella. Esta vez, la saga tiene como protagonista a Vinicius, que aparentemente tiene un club árabe en su bandeja de entrada dispuesto a «tirar la casa por la ventana». Pero tranquilos, que aún quedan capítulos, ya que su contrato expira en 2027 y Florentino no es de los que se ponen nerviosos con facilidad.

Hablando de nervios de acero, nuestro querido jefe del fútbol blanco tiene un historial digno de Netflix. Ni Makelele, ni Özil, ni Di María, ni siquiera el mismísimo CR7 lograron bailar a Florentino en sus respectivos intentos de pulso. Si fuera una competencia olímpica, seguramente ya tendría una colección de medallas.

Por ejemplo, ¿quién no recuerda el caso de Makelele? El francés quiso ser el Zidane 2.0 en términos de sueldo, pero terminó comprando un billete directo a Londres por la módica cantidad de 20 millones. Así es como Florentino le dijo «merci beaucoup y au revoir».

No nos olvidemos del testarudo Özil, quien, influido por las expectativas salaryistídas de su padre, pensó que podría apretar el cinturón del club. Error de novato. Resultado: un megacontrato con el Arsenal y un rendimiento que, bueno… dejémoslo en que la Premier League es diferente.

Y, por supuesto, cómo no mencionar al ‘diablo’ Di María. Ganó la Décima y pensó que podría dejar caer al club en una red. Florentino le mostró el camino a Manchester con un elegante «que le sea leve». Allá, su magia blanca no hizo acto de presencia.

Llegamos al ‘bombazo’ CR7. El portugués soñaba con su sueldo alcanzando galaxias como las de Neymar y Messi. Florentino, maestro del ‘trade’, aceptó su salida y a cambio el club se embolsó unos jugosos 100 millones. Como el que no quiere la cosa, CR7 no volvió a saborear la Orejona.

Finalmente, la guinda del pastel la puso Sergio Ramos, nuestro defensor de mil batallas, que vio cómo Florentino tenía una oferta con fecha de caducidad. Ramos, sorprendido como quien abre un yogur ya pasado de fecha, encontró nuevos desafíos en París y luego en su amada Sevilla.

Estos pulsos son ya todo un clásico, una tradición casi tan española como la paella. Así que, queridos madridistas, sigamos disfrutando de este ‘culebrón’ y que pase el siguiente… ¿Quién será el próximo valiente?