Pérez Burrull y Valverde: La Mano Negra…
¿Qué tienen en común una mano que toca el suelo y una penalización de autoservicio? ¡Exacto, ninguna debería existir! En los campos de fútbol y los supermercados, las manos de Valverde parecen desarrollarse en cámaras lentas como si fueran ágiles manos robóticas luchadoras contra el crimen (o contra el balón). Pérez Burrull, decidido a resolver el misterio, sentenció: «La mano está en el suelo, como quien se cayó por torpeza adolescente y, por lo tanto, ¡no más penas, solo bromas!» El VAR observó, hizo guiño y se retiró elegantemente, cual espía secreto de fútbol, sin intervenir.
Ricardo de Burgos Bengoetxea, el árbitro superestrella con una carrera de ensueño más larga que la lista de deseos de un genio marino, estará a cargo de la gran final. Este hombre no es novato, ya desempolvó botas, pito y mapa de tesoros hasta dirigir más clásicos que un compositor de ópera, aunque en este caso, el coro lo forman hinchas animados en vez de ángeles celestiales. Un cruce entre Jedi del pitido y doctor en diplomacia deportiva, su jugada favorita podría ser «la explicación», algo que hace tan frecuentemente como los gatos maúllan.
La Copa del Rey se aproxima con un contacto de titanes en Sevilla, en el Estadio de La Cartuja, donde los hinchas se sentirán como sardinas apasionadas en lata. Y Barcelona sigue teniendo copas como si estuviera en una reunión perpetua de éxitos de colegio. Con el Rey León animando desde el cielo, el Real Madrid intentará bailar el chotis del trofeo que lleva perdido por un tiempo. Barcelona se pavonea con 31 copichuelas regaldivinas, mientras que Madrid colecciona 20, lo suficientemente buenas para asegurar esas memorias épicas con Cristiano y Bale. ¿La pregunta del millón? ¿Conseguirán los blancos recordar la melodía de «Campeones otra vez» o tendrán que seguir grabándola en el estudio?