El espectáculo del minuto eterno…

En el reino mágico del Bernabéu, los aficionados fueron testigos de un fenómeno más raro que un unicornio jugando al fútbol: ¡el VAR tomando su tiempo! Fue una montaña rusa emocional de suspense, drama y gente rascándose la cabeza, no por caspa, sino por pura perplejidad. Como cuando esperas tu pizza y llega fría porque el repartidor se pierde medio camino, el VAR nos enseñó que la paciencia es una virtud, aunque nadie la quiera practicar.

El primer episodio del show arrancó con Letexier, el árbitro francés, corriendo hacia la pantalla como si fuera a ganar el premio del veloz. Tras decretar un penalti por una confusión cósmica entre Asensio y Merino, la gente contuvo el aliento. Hasta los pájaros dejaron de cantar. Solo para que finalmente se cambiara de opinión gracias al asistente mágico desde la sala del VAR, ese oráculo que decidió castigar a alguien más en el campo de juego.

Pero el clímax llegó cuando Lucas Vázquez lanzó un balón al área y, cual escena de película de acción, el árbitro señaló penalti a Declan Rice por un supuesto abrazo mortal a Mbappé. Con una tarjetita amarilla como trofeo, Rice se quedó atónito ante la situación. El VAR actuó como un director de orquesta indeciso, revisando la escena durante seis minutos. Santas ardillas voladoras, ¡eso es un mundo en el estadio! Finalmente, Letexier volvió a su silla devolviendo la paz y retirando el castigo cual mago en apuros.