Cuando un ojo cerrado dice más que mil palabras

Era enero de 2009 y el secreto mejor guardado del mercado de fichajes estaba a punto de revelarse. ¿Que el Madrid buscaba a Antonio Valencia? ¡Bah! Mejor una lección de siesta avanzada con Faubert. El francés, ahora un sabio entrenador, revela entre risas: «Era yo o Valencia, pero él prefirió hacer caso al United. Así que, aquí estoy yo, la segunda opción convertida en leyenda».

Cuando la prensa le preguntó por su célebre «meditación» en el banquillo, Faubert respondió con ironía astuta: «No me dormí, solo meditaba profundamente. En Madrid me dijeron que los periodistas podrían leerme los labios; para que vean lo que es cerrar los ojos y provocar titulares».

Junto a Drenthe, Cerci y Chigrinsky, Faubert ha vuelto al foco público, esta vez con una campaña para Bwin. «Nos juntamos, recordamos tiempos pasados y comprobamos que, en el fondo, todos teníamos un doctorado en el arte de ‘trabajar duro'», sentenció entre carcajadas.

Faubert también tiró de humor para hablar del impacto del número 10 en la selección francesa. «Claro, después de Zizou, nadie quería ese número. Terminé con él porque era el único que quedaba, y vamos, ¡si sobreviví al banquillo del Madrid, podía con todo!».

Llamado al Real Madrid cuando estaba por jugar con el Fulham, Faubert sacó a relucir su mejor poker face: «Es el club más grande del mundo, claro, pero en ese momento estaba más pendiente de mi almuerzo».

Célebre por su casi invisible contribución al Madrid, nunca pudo superar al todopoderoso Robben. «Yo no jugué porque, aun lesionado, Robben iluminaba el campo. Asumí mi papel de espectador premium».

Finalmente, al ser cuestionado sobre su lista de jugadores ideales, Faubert no dudó en hilar fino: «Casillas, Ramos, Marcelo… ¡espera un segundo! ¿Es que acaso creían que alguno iba a dormir en el banquillo?».

Así dejó Faubert las risas y unas lecciones de vida que hablan de «trabajo duro», talento involuntario para el humor y, sobre todo, de cómo convertir unos minutos en un equipo de leyenda en un eterno motivo de ingenio y diversión.