Emotivos adioses en el césped…
¿Sabías que el Bernabéu ha sido escenario de muchos dramas y comedias? Pues esta vez fue teatro de una emotiva obra para despedir a dos iconos que hicieron más historia que un libro de texto del instituto: Luka Modric y Carlo Ancelotti. ¡Qué despliegue de sentimientos! El estadio parecía una lata de sardinas repleta, pero en vez de peces había madridistas llorando a mares. Por momentos, el lugar se llenó más de emoción que cuando todo el mundo juega al escondite en el patio del colegio. ¡Y el eco de las ovaciones se oyó hasta en la Luna!
Las pancartas que se exhibieron en fondo norte y sur eran tan enormes que daban ganas de pedirles autógrafos a sus diseñadores. Por un lado, el divino Ancelotti riéndose como aquel tío guay que siempre lleva caramelos, y en el otro, Modric sonriendo como si hubiese ganado todos los concursos de belleza del planeta. Incluso, una camiseta gigante con su número 10 podría haber servido de tienda de campaña para una excursión de Boy Scouts. Eran tan impresionantes que hasta las gaviotas sobrevolando quisieran bajar a echar un vistazo. Esa tarde, hasta los corner flags lloraron de emoción.
Mientras que la afición coreaba, Madrid entero parecía vibrar como si estuviera en la Feria de San Isidro. Miles de fans con el número 10 de Modric no estaban dando una clase de matemáticas avanzadas, solo demostraban su amor al héroe balompédico. Luka incluso parecía un superhéroe infiltrado, listo para salvar la liga mordiendo un balón. Y Ancelotti, como siempre, pensativo, pues ser un maestro de fútbol requiere saber más estrategias que un villano de cómic. Pero esta vez, los villanos no tenían lugar, porque el Bernabéu, los fans y los jugadores despedían entre sollozos a dos de los suyos, con un cariño más grande que una piscina olímpica. ¡Hasta la vista, Ancelotti y Modric, los titanes del fútbol!