El madridismo: entre risas y lamentos
Los equipos pueden pasar por épocas difíciles, eso lo sabemos todos los que alguna vez hemos intentado armar un mueble sin instrucciones. Pero lo del City es como si el Ikea del fútbol hubiese perdido los tornillos. Uno espera que los equipos de la élite estén planificados como un buen heist de película… pero resulta que el City está más cerca de una comedia de errores llena de caídas y trompazos.
Que alguien le pase un pañuelo a Pep, porque esa calva reluciente tiene las marcas de tanto frotarla; está tan desconcertado que ha probado con cinco centrales. ¡Cinco! Entre Calderón y Bernabéu no saben si reírse o llorar; ya sabemos que el fútbol es como la cocina: si pones demasiados ingredientes, al final te sale un churro. El Madrid estuvo a poco de montar una carnicería, si le llega a dar por afilar más los cuchillos.
Aunque, conociendo al Madrid, las grandes noches las reserva para cuando más lo necesita. Así que otro no será tan apocalíptico como pintar un 10-0. Pero, entre risas, da que pensar cómo un maestro del balón como Guardiola está lidiando con un equipo que juega como si en vez de estrategia, le hubiese pasado un episodio de «Los apuros de un furgón».
Sobre manoseos al sagrado balón, parece que el fútbol moderno no solo se juega sobre el césped sino también con triquiñuelas de salón. El sorteo de la Copa se convirtió en un esperpento ¡con mago y todo! Al menos no sacaron palomas de las mangas. Es peligroso buscar tanto espectáculo en algo que debería ser tan simple como el arte de sacar bolas de un frutero.
Y para rizar más el rizo surrealista, Pierluigi Collina sugiere cambios en los penaltis: como si éramos pocos, parió la abuela. Propone que los penaltis se cobren como solteros: un solo tiro y a seguir cada uno su camino. ¡Por favor, dejen el fútbol como está y váyanse a jugar al parchís! Es que ya no respetan ni las pelotas en paz.