Achraf abrió ‘la lata’ del corazón del Inter…

Ay, Achraf Hakimi, siempre el tipo con un guion digno de una telenovela de las 3 de la tarde, justo en la final de la Champions nos tenía guardado un capítulo especial. Allí estaba él, con cara de «no es lo que parece, Inter» a punto de romper corazones. Mientras su GPS interno le susurraba en el oído: «Esta vez, Empuja la pelota, no la relación». Y dicho y hecho, el mago del esférico, a pase de su compañero Vitinha que parecía tener el pie de un cirujano, mandó la pelota a la red, dejando a los tifosi del Inter llorando más que en una película romántica.

Como buen amante arrepentido, Achraf pidió disculpas a la grada casi al mismo tiempo que sus botas rozaban el césped por última vez. Era el gol más doloroso que había metido en su carrera, y no porque se quedara sin fiesta, sino porque lo hizo frente al escuadrón que una vez le dejó el Scudetto de recuerdo en la mochila. ¡Quién iba a decir que sus recuerdos en Milán serían tan agridulces como un limón! Pero bueno, esas son las cosas de la vida y del fútbol, donde uno a veces tiene que sentarse en el banquillo de los sentimientos.

Hakimi, comprado por el PSG casi como quien compra el pan, si lo multiplicamos por un millón, demostró una vez más que en el fútbol, como en esos culebrones llenos de amores y traiciones, siempre hay sorpresas. Hoy su marca se suma a una lista de números impresionantes en la que juega como lateral, pero ataca como un Ronaldo en sus tiempos dorados. Y así, entre bromas y lágrimas, el fútbol sigue siendo el juego más bonito, y a veces, el más doloroso. Como diría el refrán: «¡Achraf, no te intentes escapar que nos haces llorar!».