El titán de Castilla, héroe fuera del campo…

El gran Paco Pérez Durán decidió que los tiempos de descuento son para los campeones intrépidos. Tras haber defendido la camiseta del Castilla con la fuerza de un jabalí en tiendas de porcelana entre 1980 y 1984, Paco se despidió a los 63 años, dejando a todo el madridismo lanzando balones de lágrimas al cielo. Como central cordobés, formó parte de la épica historia de ascensos, no una, ¡sino dos veces!, como si fuera el Rocky Balboa versión fútbol.

Pero Paco no era solo piernas para el fútbol; fue un titán en su lucha contra la ELA, mucho más que un simple jugador, fue el Messi de la esperanza, batallando como si la Copa del Mundo dependiera de él. En abril, se rodeó de pesos pesados como Camacho y Del Bosque, prometiendo dar pelea a la enfermedad en modo sprint olímpico. Mientras otros le contaban sus cuitas en las cafeterías, Paco organizaba partidos solidarios, dando patadas a las adversidades con un tino que ni Oliver y Benji.

El partido del 31 de mayo le hubiera hecho levantar de la silla y saltar a la cancha de nuevo. Con 8.643 euros recaudados, que no son moco de pavo, el evento fue pura champiñón para Carlos, su hijo, y los ilustres exjugadores que celebraron tanto como si ganaran la Champions. El Real Madrid le rindió tributo recordando que, aunque colgara las botas, nunca colgó sus valores. Paco Pérez Durán, un caballero de otras ligas que ha quedado para siempre en nuestro once ideal del corazón.