Del debut torero a un futuro galáctico…
¡Tambores de guerra! El mundo del fútbol ha sido sacudido por una fuerza tan potente que ni un huracán nivel 5 puede equiparar: el joven Dean Huijsen. Él llegó al césped como quien sale al patio de casa y, tras una lesión sorpresa de Cubarsí, le tocó lidiar con un toro bravo llamado «Francia». Como un joven Don Quijote, eligió como escudo la camiseta roja de España y rechazó el naranja de la tierra de los quesos y tulipanes. Todo esto mientras los franceses rugían como si estuvieran en la final de la Eurovision.
Cuando no está costando 58 millones de euros, se le puede ver pasando la pelota con una suavidad que haría llorar a Chopin. «¿Qué joven de 19 años patea desde 30 metros con su pierna menos hábil?», se preguntaba el incrédulo David Raya. Y es que el señor Huijsen, a pesar de parecer más joven que una tortuga adolescente ninja, ya tiene la cabeza más fría que un helado de menta. Y su papel en Mestalla fue digno de un director de orquesta que maneja la batuta con clase y algo de swing.
¡Pero atentos! ¡Que no panda el cúnico! Este central ibérico, aficionado al «fútbol de sala de estar», ha derretido helados en el Bernabéu (pero del susto). Luis de la Fuente baja a Tierra diciendo que ser titular en La Roja «está caro». Tan caro como comer tapas para cenar en Estocolmo. Sus números brillan más que la calva del árbitro: 41 toques, un 91% de acierto y un gol anulado por fuera de juego que clamará justicia poética. Con un ojo en el balón y otro en Mbappé, Huijsen quiere convencer a todos que ser futbolista es una salida profesional. ¡Ánimo, Dean, el globo terráqueo ya está apuntando tu nombre con rotulador indeleble!