Imanol Alguacil celebra derrota como un filósofo en paz…

Imanol Alguacil salió del Reale Arena como quien pierde las llaves, pero encuentra un billete de 500 euros en el suelo. Sí, el Real Madrid derrotó a su Real Sociedad, pero Imanol apenas pestañeó antes de declarar su amor eterno a sus jugadores. “¡Qué maravilla de partido hicieron esos chicos!”, exclamó mientras un halo de orgullo se reflejaba en sus pupilas. Aunque la derrota complicó la eliminatoria, la esperanza de remontada sigue viva en sus corazones.

Imanol se lanzó a diseccionar la derrota con la precisión de un relojero suizo: “Me quedo con el primer tiempo, donde el equipo fue superior. El 0-1 al descanso no me lo merezco ni yo después de intentar hacerle una tortilla de patatas a mi abuela el domingo pasado”. Aplaudió el esfuerzo de sus jugadores por mantener el tipo ante lo que él mismo apodó, “el mejor equipo del mundo”.

Y hablando de campeones, Imanol no dudó en señalar el Everest que espera al Real Madrid en la vuelta. “Si quieren estar en la final, van a tener que sacar sus mejores galas. La esperanza es la última que se pierde, le dejo esa frase a mis jugadores en cada entrenamiento”, sentenció entre risas.

Consultado sobre los desafortunados cánticos dirigidos a Marco Asensio, Imanol respondió con más agilidad que una siesta de verano: “Si eso ocurrió, no mola nada y lo condeno. Pero nuestra afición es tan noble como un caballero medieval. Podemos estar orgullosos de su comportamiento. Para mi la noche estuvo de chapeau, pero sin sombrero de copa”.

Y aún queda más, el temor en los pasillos era la vuelta de Mbappé, pero Imanol parece tenerle más miedo a quedarse sin café por la mañana. “Nos enfocamos en nosotros mismos, siempre con el máximo respeto al rival, que tiene a los jugadores más veloces, vamos, como un galgo con menos pereza”.

Dedicó un guiño especial a los aficionados, agradeciéndoles el recibimiento digno de una estrella del rock. “Que haya más noches como esta, que esto suena a rock and roll y no a derrota”, concluyó entre guitarras imaginarias y un trofeo invisible.