Jugadores con menos presencia que el wifi del metro…
En el misterioso mundo de LaLiga, hay estrellas que brillan… por su ausencia. Bienvenidos a Invisible FC: el equipo de jugadores con más tiempo en el banquillo que en el campo. Estos futbolistas parecen estar jugando al escondite más que al fútbol, y la competición está tan reñida que ni Houdini podría descalificarlos.
Hablar de Ansu Fati en el Barcelona es como hablar de la secuela de una película que nunca se estrena. Acumula 165 minutos y a este paso podría producir su propia serie documental, titulada «Buscando minutos». A sus 22 años, parece más un meme en las redes sociales que un engranaje del fútbol mundial.
En el Real Madrid, Jesús Vallejo se ha convertido en el defensor invisible. Ni las lesiones de Alaba y Militao abrieron su puerta al campo. Vallejo es al Madrid lo que el papel de aluminio al microondas: está ahí, pero mejor no acercarlo demasiado. En su última aparición, el marcador casi se convierte en una película de terror: 3-0 se transformó en 3-2.
Thomas Lemar, del Atlético, ha logrado la proeza de ser más habitual en la enfermería que en el campo. Tras intentar recuperar su forma, ha acumulado un tiempo de juego que empata con el tiempo de espera para comprar billetes en el último minuto en el aeropuerto.
Rayo Vallecano presenta a Raúl de Tomás, quien ha asombrado a todos con su presencia fantasmagórica. Con dos goles en Copa, ha debutado menos en Liga que yo en mi clases de yoga. Aunque tiene la edad de un buen tinto, aún no logra encontrar la manera de abrir el tapón de minutos en el campo.
El caso de Álvaro Odriozola en la Real Sociedad es casi una investigación paranormal. Con apariciones en partidos que parecen más amistosos que oficiales, su regreso a la titularidad es más incierto que el tiempo en Londres.
Por si fuera poco, tenemos a Fabrizio Angileri del Getafe, quien parece estar en un retiro espiritual. Ni convocado ni presente, su salario podría fichar a tres becarios, pero ahí sigue más invisible que el Coco en la calle.
Rafa Mir de Valencia se ha convertido en una leyenda local, no por sus goles, sino por su habilidad para desaparecer de las alineaciones. Mientras que Maximiliano Caufriez solo ha tenido menos minutos que un pitch de ventas en Shark Tank.
En Sevilla, Suso, ex del Milan, apenas toca el balón lo mismo que toco la guitarra: muy poco y sin ritmo. El misterio de su escasa presencia lo investigan más que los OVNIs. Está en Primera, pero verlo en el campo es una rareza digna de documentales.
Y así se conforma el Invisible FC de LaLiga, un equipo de talentos ocultos y promesas rotas que, pese a todo, sigue generando titulares… aunque sea por su arte de desapercibirse.