Carlos Carpio opina entre risas y penaltis

El Real Madrid lleva tiempo en una telenovela con los árbitros españoles, y no es para menos, amigos. Antes de que se descubriera el culebrón del Barça y sus donaciones millonarias a Enríquez Negreira, el árbitro-vicepresidente, cuyos servicios no venían con risas incluidas, la cosa ya estaba calentita. Negreira le dijo a Hacienda que todo era para garantizar «arbitrajes neutrales», mientras trataba de no soltar la carcajada. La trama espesa del fútbol español dejó a todos asombrados y mirando al techo: LaLiga, la Federación, los árbitros, y hasta el Real Madrid. Al final, el honor y el dinero fueron a un bar y el segundo ganó la jugada. Hace casi dos semanas, el club blanco ni corto ni perezoso, envió una misiva a la Federación exigiendo una reforma del CTA empezando por Medina Cantalejo, el presidente del CTA, que se apresuró a decir que Negreira ni ponía las tazas del café. El clan arbitral sufre con esta comedia, cortesía también de Clos Gómez y su trabajo en el VAR. El Madrid, como buen director de cine, tiene su propio canal de televisión para presentar películas en las que los árbitros son los villanos favoritos, una táctica para hacerles sudar cuando les toca pitar a los blancos. Este tiroteo constante puede asustar a algunos, pero otros se armarán con tarjetas rojas a modo de escudo. El Madrid sube al estrado denunciando que el sistema arbitral es más inestable que un flan en un sismo, y pide refuerzos cambiando la cúpula arbitral, cosa que todos aplaudimos. Aunque, aseguran, los árbitros tienen bandos y los blancos quieren creer que eso no es cierto. Están tachando las cuentas de Munuera en Pamplona, pero quién sabe, tal vez sea solo cuestión de que Munuera necesita gafas nuevas. Así están las cosas en esta serie de drama llamada «Ir a la guerra: versión arbitral». Eso sí, si esperas que por gritar mucho los árbitros piten penaltis tan dudosos como la fecha de los eclipses, será mejor que te lo tomes con humor porque los arbitrajes seguirán siendo un espectáculo.