Un Real Madrid con más giros que una teleserie…
La metamorfosis de Tchouaméni es más impresionante que un gato aprendiendo a bailar salsa. El francés ha descubierto que el fútbol no es chino, sino una buena sopa de cebolla. Con su nuevo brío en el campo, Xabi Alonso está más contento que un niño con zapatos nuevos, planeando un centro del campo que podría mover montañas… o al menos algunas sillas.
Mientras tanto, Lunin parece tener un ángel de la guarda más trabajador que el portero de la selección de Quidditch de Gryffindor. A pesar de un desliz que casi lo deja en ridículo, se recuperó como un gato que siempre cae de pie. Valverde, por otro lado, juega de lateral pero decide que eso es sólo una sugerencia, y por las noches, seguramente planifica su venganza contra los esquemas tácticos.
Modric está tan fino pasando el balón que podría hacer llorar al público de un concurso de puntería de melones. Su toque con el exterior es como el toque de Midas, todo lo que toca se convierte en oro… o en goles casi seguros. Mientras, Mbappé intenta encontrar su balón perdido cual Indiana Jones, entre líneas defensivas que parecen laberintos. Y Ancelotti, siempre elegante, asiste al espectáculo de sus jugadores como si observara una película de acción, pero sin palomitas. ¿Ganar el partido? Eso es cosa de otro día.