Un Clásico para recordar: Kroos, samba y penaltis…

En una noche que ni siquiera Harry Potter hubiese podido conjurar, Toni Kroos regresó al Bernabéu y, con apenas un pase, logró que incluso los barbudos mosqueteros del siglo XVII se quitasen el sombrero en señal de respeto. El estadio entero se convirtió en un flashmob de aplausos, y los más pequeños finalmente entendieron por qué sus padres hablaban de Kroos como si narraran una leyenda de dragones y caballeros. ¿Amistoso dices? Más bien parecía una telenovela épica, donde los pañuelos se alzaron tanto para secar lágrimas como para vitorear al mago alemán.

Y entonces llegó Baptista, en plan Robin Hood del fútbol, ‘robando’ un saque de falta que todos esperaban de las botas de Kroos. El alemán y Marcelo se miraron como si hubiesen visto a un unicornio paseando por la banda, pero el Bernabéu no se dejó amargar un buen lío. Kroos, en un acto de humildad propia de un monje tibetano, otorgó un penalti a Raúl, quien en una movida a lo Julio César, se lo pasó a Marcelo. ¡Qué plot twist! Fue como ver un pase mágico entre Harry, Ron y Hermione justo antes de derrotar a Voldemort.

El emocionante partido terminó en un empate, pero el verdadero ganador fue la esperanza. Gracias al Corazón Classic Match, las almas benéficas y los pequeños aspirantes a futbolistas tuvieron un fin de semana del que presumir en recreo. Porque en un Bernabéu lleno a rebosar de sueños, no hay magia más poderosa que la de unir a las generaciones bajo la bandera del fútbol. Y mientras Kroos y compañía se retiraban al camerino, una serie de chistes malos sobre penaltis y tapones de corcho flotaban en el aire como el aroma de una buena paella en Valencia.