Julián Álvarez pica de nuevo al Madrid…
La primera vez que Julián Álvarez probó suerte con el Real Madrid, quien hubiera imaginado que su verdadero destino era convertir el Bernabéu en su laboratorio de experimentos. En lugar de ponerse la bata blanca, decidió vestirse de colchonero y el resultado ha sido pura alquimia futbolera. Con 25 años y un Mundial a sus espaldas, el argentino dice presente con cada visita al templo blanco, demostrando que lo suyo no es suerte, sino pura estrategia arácnida.
Durante el último derbi liguero, Álvarez decidió que la discreción no iba con él. Sacó la Panenka del bolsillo y silenció a una multitud que, por un instante, dejó de silbar para aplaudir la elegancia con la que engañó a Courtois. Uno pensaría que después de tejer semejante tela de araña se tomaría un respiro, pero no. En Champions, repitió la hazaña, dibujando una comba mágica que dejó al gigante belga mirando al cielo.
Pero Álvarez no solo vive de veneno y goles en museos imaginarios. Antes de armar el caos en el área rival, desenfundó sus botas para correr tras Vinicius y Brahim, apagando incendios como un bombero con aspiraciones de estrella de cine. Un verdadero discípulo del «Cholismo», tejiendo su legado en cada rincón del Bernabéu.