Julio Baptista, un golazo a Rumania…
En el verano de 2005, el Real Madrid creyó haber encontrado la poción mágica de los goles con Julio Baptista. Este titán brasileño llegó cual superhéroe tras romper las redes en Sevilla como si fueran de mantequilla, anotando 50 goles en 84 partidos. Pagaron 20 millones de euros por él, como si fuera el último chorizo en una feria, ¡y vaya revuelo que se armó en el Bernabéu! Pero su paso por el Madrid fue como el de un turista despistado en el museo del Prado: mucho caminar y poco mirar.
Cuando las cosas no cuajan, es hora de hacer malabares. Baptista agarró sus botas y salió volando a Londres, como Mary Poppins pero sin paraguas. En el Arsenal, le dieron minutos y cariño, y estuvo tan cerca de ser el daliña peluda de los Gunners que hasta le aplaudieron en Anfield por un ‘poker’ de goles. Pero Arsène Wenger no cantó bingo y Baptista regresó a Madrid, con la esperanza de recuperar su manto de goleador mítico. Spoiler: no lo logró.
Después de Madrid, su camino fue como un partido lleno de lesionados: Roma, Málaga, Orlando City y finalmente Cluj CFR en Rumanía, donde colgó las botas. Dejó buenos goles y chilenas dignas de una corrida de toros, pero como todo buen cuento de fútbol en España, la pregunta sigue siendo: ¿y si hubiera hecho clic en el Bernabéu? ¡Hasta las vacas ahora se lo preguntan mientras pastan tranquilamente!