Los canteranos que juegan al escondite…
El Real Madrid, además de trofeos, colecciona canteranos como si fuesen cromos brillantes. Y ese álbum lo llenan año tras año con cesiones, traspasos y un poquito de confusión. La calidad sigue siendo la marca de la casa en Valdebebas, y los dirigentes están siempre al acecho para repescar a sus estrellas juveniles, siempre y cuando no se extravíen en el camino.
Nuestra “cantera Tetris” tiene nombres que recordarás… o no, pero ahí van: Reinier, que cada temporada hace casi un tour mundial; el gran Marvel, cuya historia podría ser un cómic; y Álvaro Rodríguez, Mario Martín, entre otros. Se encuentran en algún lugar del universo cedidos, esperando que los llamen al primer equipo o, al menos, a merendar.
Miguel Gutiérrez y Nico Paz son los más cotizados en el mercado «regreso al futuro». Miguel sigue buscando su oportunidad en el Girona, mientras que Nico está ensayando su tango en Como, con un Cesc Fábregas que hace de maestro de ceremonias. La pregunta del millón, ¿o nueve millones? ¿Volverán o seguirán su camino como astros fugaces?
Los casos de Mario Gila y Rafa Marín son como una novela de Dickens. Mario Gila, con su debut de cuento de hadas en LaLiga, y ahora propiedad de la Lazio, no tiene regreso fijo, pero el Real Madrid guarda su mitad económica por si acaso. Rafa Marín, en cambio, seguramente está aprendiendo italiano contando sus minutos (cinco, para ser exactos) en el Nápoles mientras Antonio Conte medita sobre el futuro.
Alex Jiménez, un diamante de potencial al que el Milan le ha echado el ojo. Después de una cesión y un traspaso de cinco millones (¡un récord, damas y caballeros!), Alex parece estar en el camino correcto para eventualmente ser protagonista de un culebrón sobre su vuelta a casa. O, si todo falla, podría ser el protagonista de una película sobre el fútbol perdida en Europa.
Finalmente, los «jinetes del destino», es decir, cedidos como Reinier, Marvel, y otros, están a la espera de un destino que, por el momento, no pasa por el Bernabéu. Pero tranquilos, la esperanza es lo último que se pierde, ¡y menos cuando eres un canterano blanco!