¡Otra baja más para los galos!…
Imagine por un momento que el césped es como la alfombra mágica de Aladino y que Tchouaméni es el genio atrapado que no puede salir a jugar. Así se siente la selección francesa, que ya tiene tantas bajas defensivas que parece que sus jugadores se han inscrito en un concurso de Houdini para desaparecer justo cuando más los necesitan. Con Saliba, Upamecano y Koundé fuera del tablero, ahora le toca a Tchouaméni adoptar el estilo «yo me quedo en el banquillo, gracias».
El plan desesperado de Deschamps parece sacado de una serie cómica de televisión: «¿No tenemos pivote defensivo titular? No importa, ¡metamos a todo el plantel atacante y veamos qué pasa!» Con Guendouizi y Zaire Emery en la lista (y ninguno con la capacidad de hacer desaparecer balones contrarios como un madridista experimentado), la idea de sacrificar los peones del medio campo para atacar con todas las torres y alfiles parece un juego de ajedrez con fichas de parchís.
Mientras tanto, Dembélé enfrenta el dilema de rescatar a su nación o disfrutar de una película con palomitas en las gradas. El posible once titular parece una fiesta: Maignan, Kalulu, Konaté, Lenglet, Theo Hernández, Koné, Rabiot; Olise, Doué, Dembélé y Mr. «Casi-Omnipresente» Mbappé. ¿Será suficiente para frenar a los españoles? Quizás, si el árbitro lleva un silbato encantado.