Un partido solidario que pasó a la historia…
Hubo un tiempo en el que el Real Madrid no necesitaba anuncios de lavado de autos para afrontar partidos insólitos. Imagina la sorpresa en 1930 cuando los galácticos de la época se aventuraban hasta Leganés en pleno agosto para jugar amistosos. Y no, no porque anhelaran un gazpacho hecho a mano.
Era otra era, cuando el fútbol podía jugarse a pleno sol y sin VAR para reclamar. Todo comenzó en el calor sofocante de Leganés, donde los blancos aterrizaron con figuras como Lazcano, que no era un error de imprenta del mítico canal, y García de la Puerta. Ellos, junto a algunos fichajes de última hora del Imperio, lograron un empate a cuatro que hizo más por la economía de palomitas en los bares que el mismísimo estreno de Avatar.
Pero en junio de 1931 cambió la historia, cuando el Madrid visitó de nuevo con propósito noble: ayudar a los obreros sin empleo. Con un equipo lleno de nombres menos conocidos que un catálogo de IKEA, se las arreglaron para ganar 3-7. Sin embargo, algunos periódicos confundieron el marcador, sin duda pensando que era un bingo benéfico.
Después de tanto lío, se esfumaron las excursiones a Leganés, pero ese eco solidario resonó hasta que los equipos volvieron a verse en 1997 para recordar esos días cuando el fútbol era tanto balón como humanidad.