La invasión de los titanes del fútbol…

En un mundo donde los autobuses llevan capas y antifaz al estilo superhéroe, llegó el Real Madrid a La Cartuja haciendo sonar su motor como si Rugían 100 leones al unísono. Mientras tanto, el autobús del Barcelona venía con una calma digna de un monje tibetano, pero con más estilo que un desfile de moda en París.

La llegada de los titanes del fútbol al estadio fue recibida con más decibelios que un concierto de rock. Los fans del Madrid parecían una orquesta sinfónica desafinada, pero con un entusiasmo tan alto que nadie se atrevía a pedirles silencio. Los culés, por otro lado, mantenían la compostura en plan «Zen que Zen», admirables pero menos ruidosos.

Y ahí estaban, frente a frente, como dioses del Olimpo a punto de decidir el destino del mundo, o en este caso, el destino de una noche mágica de fútbol. Ambos equipos sabían que no era solo un partido, sino una batalla épica para demostrar quién tiene el mejor escudo, o al menos, la mejor bocina en el autobús.