La epopeya de Xabi y su varita mágica de pega…

Resulta que Xabi Alonso no es David Copperfield, sino solo otro mortal como tú y como yo. ¡Qué decepción para los fans del Real Madrid que esperaban milagros en una semana! Pero, amigos, transformar a un equipo en máquina de precisión suiza en cuatro días es algo que ni el mago del bigote más famoso lograría. El Madrid empató contra un Al Hilal decidido a robarse el show del Mundialito, con un golazo del promesa Gonzalo que seguramente dejó a Mbappé buscando una isla desierta.

Nuestro nuevo héroe, Xabi, parece un director de orquesta que fue a un concierto de rock, moviendo jugadores como si fueran piezas de un Tetris descontrolado. Gonzalo jugó los 90 minutos, torneo olímpico de paciencia, mientras que Vinicius y Bellingham se tomaron un descanso prematuro, quizás para repasar las reglas del fútbol invisible. Xabi cambió a estos astros por canteranos con más ganas de baile que de balonazo. Tras un dramático penalti fallado, hasta Bono se sintió como un portero de leyenda, dejando el marcador igualado.

Al Hilal, con figuras que podrían formar su propia selección de All-Stars retirados en su apogeo, demostró que tiene más chispas que una verbena. Y mientras Trent Alexander-Arnold jugaba a ser un camaleón táctico, Arda Güler intentaba apuntalar al equipo con su toque mágico. Lamentablemente, Vinicius y Bellingham dejaron sus estrellas en casa, y hasta Ceballos tuvo que ver el partido desde la caverna de los suplentes. Xabi Alonso, armado con sus calzones de la suerte y una imaginación sin límites, aún busca sacar su primera paloma del sombrero blanco de entrenador del Real Madrid.