Ancelotti y sus muchachos contra el Arsenal…

La tropa de Ancelotti llegó al Emirates como glamurosos turistas en chanclas, esperando una coronación con pompa y circunstancia. Pero el Arsenal los recibió como al acecho de un león hambriento en el safari. Vinicius lideró un ataque que más bien parecía una excursión de un grupo de boy scouts perdidos en la selva del fútbol. Fue como ver una peli con efectos especiales, donde Courtois debía luchar solo mientras sus compañeros exploraban nuevas formas de hacer turismo deportivo.

Courtois en la primera parte fue como un superhéroe en apuros, más asediado que Gandalf en el puente de Khazad-Dûm. Hizo paradas increíbles, como si intentara replicar el David de Mikelangelo usando su propio cuerpo. Sin embargo, ni todas las manos paradoras del mundo podrían detener al ‘tirador’ Rice, que lanzó misiles más certeros que un Jedi en prácticas bacanales. Varios jugadores del Madrid parecían correr en una pista de hielo, capturados en una tormenta de confusiones y zapatos equivocados.

Ancelotti se mantuvo estoico junto a la línea de banda, casi como un poeta ante un lienzo en blanco, buscando desesperadamente un milagroso soneto táctico. Pero sus decisiones fueron más previsibles que el guion de una novela rosa. Los cambios eran cual intento de arreglar una fuga en el Titanic con chicle y cinta adhesiva, y así, el naufragio fue inevitable, dejándonos la certeza de que el Madrid necesita una brújula para encontrar el camino de vuelta al brillo de antaño.