¡Que alguien llame al Dr. Kylian!…
En la Casa Blanca del fútbol, o lo que comúnmente llamamos Real Madrid, la situación está que arde. Florentino Pérez, vestido con su traje de gran maestro jedi, y Ancelotti, con su mítico ceño fruncido, han decidido tomarse muy en serio la tarea de meter a Mbappé en el tren de la concentración mental. ¡Se rumorea que al delantero galo le han prescrito una dieta de goles y asistencias, aderezada con una pizca de paciencia zen!
Lo sucedido en Vitoria fue como si Mbappé decidiera interpretar a Hulk en un estadio de fútbol. El resultado: una tarjeta roja, un VAR que parecía más flojo que una sopa descalza y un entrenador que no sabía si llorar o afilar su pizarra táctica. Pero no todo es un campo de cardos, el Real Madrid sigue su cruzada por un nuevo milagro europeo. ¡Necesitan la versión de Mbappé capaz de destrozar defensas más rápido que un conejo en el huerto de un agricultor distraído!
Tras su actuación ante el Alavés, el francés ha prometido ser un niño bueno y ha pedido perdón más veces que un niño cuando rompe el jarrón favorito de su madre. Ahora, la pelota está en el tejado blanco. Cuando el Arsenal entre al Bernabéu, Florentino y Ancelotti tendrán los dedos cruzados y las estrellas alineadas, esperando que su delantero llegue a tiempo para el gran momento: marcar goles a lo loco, como si cada uno valiera un aumento de sueldo. ¡Claro, después de todo, este es el drama cósmico del fútbol, donde cualquier cosa puede pasar y lo normal es que nada lo sea!