Goles, bicicletas y un baile en el Bernabéu…

El Real Madrid pidió la hora, pero no la de la cena, sino la del final del partido en el Bernabéu, con la afición murmurando tanto como tartas en un cumpleaños. El Madrid se aferra a la Liga tras el resbalón del Atlético en Getafe y, a velocidades vertiginosas, vuelve a centrar su mirada en la Champions.

Mbappé parece haber encontrado el interruptor de su energía galáctica. Tras un apagón temporal que ni siquiera Edison podría explicar, Kylian se marcó un golazo para el recuerdo. La celebración, digna de una telenovela, dejó claro que ya no le duele ni el diente. «Me cambio por Camavinga, pero no sonrío», pensaba mientras desfilaba hacia el banquillo. Lleva 18 goles en Liga, solo tres detrás de Lewandowski, porque todo el mundo necesita un rival.

Vinicius, el bailarín del esférico, decidió hacer su propio show. Su gol fue una coreografía: entro, salgo, driblo, disparo y celebro. Todo en uno, tan mareante como el mejor parque de atracciones. Y aunque mostró un rendimiento físico que hizo sufrir a las defensas, se llevó una amarilla que seguro no estaba en el guion.

Ancelotti, mientras tanto, sonreía en la rueda de prensa, asegurando que su artillería estaba lista para el derbi. Tras golazos y cambios estratégicos, el míster ya tiene su mira puesta en un solo objetivo: el Atlético. Porque, en el Madrid, siempre es la hora de ganar.