El francés se planta en el campo como un héroe…

Pobre Mbappé, fue derrotado por un enemigo invisible conocido como gastroenteritis, que le dejó atrapado en un hotel sin Wi-Fi y con una dieta de arroz blanco. El joven francés, en vez de estar rompiendo récords en el Mundial de Clubes, observaba desde la ventana cómo Gonzalo se robaba sus goles cual recolector de penaltis. Todo esto mientras el entrenador del Real Madrid, Xabi Alonso, intentaba encajar piezas como si se tratara de un puzle de mil piezas del IKEA.

Ahora Kylian vuelve al campo, armado con un protocolo de entrenamiento de alta intensidad y más hambre que un delantero en el banquillo viendo un banquete en Navidades. Esto no es solo fútbol, es una misión digna de las historietas de superhéroes, porque cada minuto que pasa sin meter la pata –perdón, el balón– es un segundo menos en su camino hacia el Balón de Oro. Mbappé sabe que no puede hacer el papel de espectador en un blockbuster llamado Mundial de Clubes, tiene que ser el protagonista.

El entrenador del Madrid ha puesto sus esperanzas en el regreso de su caped crusader, Mbappé. Un regreso más esperado que el juguete de moda un 6 de enero. Tomará el relevo en el campo mientras hace acrobacias futbolísticas en un intento de recuperar la figura que un cierto balón dorado reclama. Se ha puesto el objetivo de conquistar la Juventus como si de una batalla épica se tratara, y solo el tiempo dirá si su gastroenteritis era simplemente el villano de una saga más en su carrera. ¿Recuperará el rebufo perdido o pasará a la historia como el héroe sin capa que derrotó a un monstruo invisible?