Reencuentro cómico en Clairefontaine…
A lo largo de los siglos, poetas y filósofos trataron de descifrar los misterios del universo, pero pocos se atrevieron a prever un escenario tan jocoso como este. Mbappé, quien despegó del PSG en verano de 2024 como si fuera un cometa rumbo a la galaxia del Real Madrid, ha tenido que presenciar cómo sus excompañeros se coronaban campeones de la Champions League. Sí, queridos lectores, la copa que parecía más esquiva que un balón de playa en una tarde ventosa, por fin la levantaron los parisinos justo cuando «Kiki» emprendía su siesta en otro continetnete.
Pero el reencuentro no resultó ser el último capítulo amargo de una telenovela francesa, sino un festival de carcajadas digno de un especial de Fin de Año. En Clairefontaine, la capital de risas y bromas entre los mosqueteros galos, Mbappé abrazó a sus antiguos colegas Dembélé, Barcola, Lucas y Zaïre-Emery como si fueran un pack de gelatinas en una piñata. Y ahí estaba Ousmane, el supremo candidato al Balón de Oro (con permiso del joven mago Lamine Yamal), luciendo una sonrisa que podría iluminar una partida de parchís.
Didier Deschamps, el gran director de orquesta de este concierto francés, pidió un aplauso para los campeones europeos mientras el coro del equipo entonaba un unánime «¡Bravo!». No obstante, entre tanto jolgorio, Marcus Thuram, uno de los aguerridos soldados del Inter de Milán caídos en combate (5-0 en la final, ¿quién se acuerda de los goles?), recibió una mirada cómplice de Mbappé que decía más que mil palabras: «¡Marcuuuuus!», clamaba Kylian, mientras montaba su propio espectáculo de humor entre tamboriladas de camaradería y bromas que volaban como confetis en carnaval. ¡El fútbol, amigos, nunca deja de sorprendernos!