El regreso del ninja francés ante el City…

Discreto como un ninja en la noche, así es nuestro querido Ferland Mendy. Ni fanfarrias ni confeti; simplemente, el hombre de acero del Real Madrid ha vuelto a brillar sin hacer ruido, casi como un espía en misión secreta. Atrás quedaron las dudas y misteriosos rumores que llevaron a algunos a hacer apuestas sobre si Fran García tomaría el relevo. ¡Error! Como una buena novela de misterio, Mendy puso fin a las especulaciones en los mejores escenarios posibles: el Etihad y el Bernabéu.

Con sutileza, el lateral francés ha vuelto a encarnar el papel de «Muro de Mendy», reforzando la confianza del escéptico Ancelotti, quien por fin puede dormir tranquilo. ¡Vaya alivio! Porque, oye, tener un lateral que te saque de apuros mientras se camufla en la bruma del campo es un lujo que solo los magos del fútbol poseen.

El Real Madrid logró un 3-1 memorable contra el Manchester City, un encuentro donde Mendy jugó como el escritor de su propia aventura, evitando que los rivales atravesaran «la puerta secreta» hacia el gol como si de un videojuego se tratara. Y hablando de golpes de genio, Ancelotti ha demostrado que no necesita fórmulas mágicas ni experimentos locos, salvo aquella pequeña prueba con Camavinga que quedó en una anécdota ante el Sevilla.

No, esta temporada no ha sido una montaña rusa de calamidades médicas para el francés, sino más bien un suave paseo en barca entre 12 y 14 días de leves descansos. Eso sí, echarle una mano a Fran García fue casi como un thriller donde al final el protagonista resurge y demuestra que la copia no puede desbancar al original.

Incluso las desesperadas estrategias en el centro de la defensa y el lateral derecho han dejado perplejo a más de uno, menos al siempre confiable Mendy. Nuestro ninja favorito, silencioso y letal, ha vuelto y está dispuesto a atrapar la gloria, o al menos a cualquier delantero que se acerque demasiado. Ancelotti sonríe de oreja a oreja, sabiendo que su defensa de izquierda ya no es parte de la trama de un culebrón futbolístico, sino más bien una novela de caballeros medievales. Así, de esta manera, mientras el resto hace ruido sin parar, Mendy sigue en su senda de silencioso resurgimiento, con un brillo que deslumbra incluso sin gritarlo a los cuatro vientos. ¡Larga vida al ninja del Bernabéu!