Opiniones desde el banquillo…
Luka Modric sigue demostrando que ni el tiempo ni el fútbol tienen poder sobre él. Con más kilómetros en las piernas que un taxi en Navidad, el croata nos ha dejado a todos boquiabiertos al correr casi diez kilómetros en el partido contra el Girona. Seguro que sus zapatillas necesitan más agua que nosotros después de un domingo de resaca.
El Madrid debería darle un contrato vitalicio solo por ese gol desde fuera del área que bien podría haberse llamado «El pepinazo celestial». Con un zapatazo que arrancó desde la Cibeles, Modric desatascó un partido que se estaba poniendo más oscuro que un eclipse total, justo cuando el Girona ya tenía la cucharita lista para disfrutar del empate.
El primer tiempo del Madrid nos recordó a esos buenos propósitos que siempre llevamos a cabo en enero: con energía, con ganas. Pero al parecer el café se acabó en el entretiempo y el segundo tiempo fue como intentar levantarse un lunes sin café. Claro que la defensa del Girona también colaboró en este espectáculo de comedia, dejando que Courtois y su milagrosa parada nos libraran de un 0-1 que nos habría hecho llorar como al final de una telenovela.
Bryan Gil y Asprilla nos dieron una buena dosis de nervios. La falta de Valverde y Bellingham se hizo notar más que esos anuncios de «Se busca» en cada esquina. Brahim intentó todo medio-dep, pero le faltó la varita mágica que solo él tiene cuando juega a su propio ritmo. Mientras tanto, Mbappé, tan normal, se fue sin hat trick gracias a Gazzaniga. Aun así, nos deleitó con un pase a Vinícius digno de un pintor en plena inspiración, asegurando el 2-0 y la paz en el Bernabéu. ¡Gracias, Mbappé, prometemos no estresarte en el próximo partido!
