Genética, músculo y mucho más que un balón …

Desde que aterrizó en el Real Madrid allá por 2012, Luka Modric no ha dejado de hacer gala de un fútbol capaz de desafiar las leyes de la biología. Con casi 40 años, no solo sigue en el ruedo, sino que lo hace como si hubiera encontrado la fuente de la juventud en su equipación. Apuesto a que su afición por esquivar a defensas es comparable a su habilidad para esquivar el tiempo.

Llámale Sherlock Holmes del césped, porque Modric adivina dónde se esconde el balón, sus compañeros y seguro también las llaves del vestuario. Con o sin esférico, el croata sabe exactamente dónde pararse para que las tácticas rivales se disuelvan como el azúcar en el café.

Y no nos olvidemos de sus pies mágicos. Si El Mago de Oz tuviera el exterior de pie de Modric en sus guiones, Dorothy no habría necesitado zapatos rojos para volver a Kansas. Su capacidad para coger la pelota y convertir cualquier jugada en una clase maestra de técnica haría que hasta Houdini arqueara una ceja.

Pero, el verdadero misterio es su condición física. Con el 30% de genética y el 70% de voluntad titánica, Modric corre maratones en 90 minutos. La próxima vez que pienses en correr 12 kilómetros, pregúntate: «¿Qué haría Luka?».

Podríamos escribir un libro sobre su fuerza de voluntad, pero lo cierto es que su liderazgo y ganas de brillar son las auténticas páginas que le llevan a ser un jugador legendario. A este paso, seguiremos viéndolo en el once blanco hasta que el estadio Santiago Bernabéu haga su propia gala de retiro, con Modric como maestro de ceremonias. ¡Larga vida a nuestro Benjamin Button futbolístico!