El adiós de un genio (y más copas que un botellón)…

¡Ale, ale, aleee! Luka Modric se despide del Real Madrid como quien deja su reino de caramelos. Seis Champions, señoras y señores, la colección privada de Modric podría tener su propia sala en el Museo del Prado. Entre genios se entienden. De gustos sencillos, llegó en una caja humilde, sin estruendos, pero con el pase mágico bajo el brazo, cual Mary Poppins del fútbol. José Mourinho fue su prefacio en la historia blanca, y gracias a un gol de altura al Manchester United, su historia comenzó a escribirse con letras doradas.

Modric formó con Casemiro y Kroos una trinidad del medio campo tan poderosa que ni la Santa Trinidad lo supera. Vamos, que cualquier campo de fútbol temblaba cuando veían a estos tres pasar por la zona media. Olvídense de los Beatlemaníacos, este trío tiene a los fans del fútbol gritando eufóricos por sus hazañas llenas de trofeos. Se convirtieron en arquitectos del club y, al igual que un chef famoso, Modric fue el ingrediente secreto del mejor plato del Madrid.

El Santiago Bernabéu se prepara para una despedida digna del mismísimo rey emérito (y ya sabemos cómo son las fiestas de la realeza). Con Modric firmamos nuestro contrato de perpetua admiración y dejamos al Madrid con un agujero que ni los cráteres de la Luna. Y aunque la pregunta de «¿Por qué te vas, Luka?» permanecerá en la atmósfera, una cosa es segura: él se va con más opiniones a su favor que un gato en Instagram y el respeto ganado a pulso en el deporte.