Locuras del VAR y cánticos desafinados en La Tribu…

En La Tribu, un lunes más, el debate más animado del fútbol hispano dejó claro que los árbitros españoles tienen un selecto oído musical. Paul Tenorio, Antonio Sanz, Javier Tintó, Jorge Liaño y Emilio Contreras, dirigidos por el afinado Raúl Varela, no pudieron evitar cuestionar por qué Munuera escuchó con precisión británica el «fuck off» de Bellingham, pero se le escapó el karaoke en su honor de «Vinicius muérete», cortesía de algunos aficionados de Osasuna.

Mientras algunos señalan una conspiración digna de una serie de Netflix, asegurando que el Comité Técnico de Árbitros (CTA) se la tiene jurada al Real Madrid, otros sugieren que el club blanco está más aislado que un pingüino en el Sahara. Paul Tenorio inició la danza, coreando que las represalias contra el equipo madrileño probablemente sean más largas que una cola en la Puerta del Sol el 31 de diciembre.

Antonio Sanz, por su parte, con más dudas que un filósofo en lunes, se preguntó si el Real Madrid realmente busca solucionar el embrollo, dado que su ausencia en la reunión de clubes fue más evidente que un elefante en una tienda de cristales.

Javier Tintó, con puntería de francotirador, disparó contra los árbitros: «Eran malos, ahora son terribles gracias al VAR, un festival de errores tech-tech». Según él, esta liga debería ganarla el Madrid solo por tener la paciencia de un monje tibetano.

Jorge Liaño, entre risas y disparates, culpó al Barça y al Madrid por igual de tener la liga más tensa que cuerda de guitarra desafinada. «Si seguimos así, acabaremos con penitas para todos», afirmaba.

Por último, Emilio Contreras recomendó que limitemos el VAR, que se ha convertido en el «Gran Hermano» de los pisotones, recordando que en tiempos sin redes sociales y sin comunicados, el fútbol tenía más paz que un retiro en el campo.

Hasta Raúl Varela tuvo su momento cumbre, sugiriendo que el presidente de Osasuna debería mandar a fila cero a aquellos que hicieron del partido un festival punk de gritos estridentes. Ah, los tiempos modernos del fútbol, donde oír y escuchar son dos verbos más complicados que descifrar un jeroglífico egipcio.