Estrategias galácticas y decisiones arbitrales…

Bueno, bueno, bueno, ¿alguien ha visto jugar a un koala en la luna? Pues más o menos eso fue el famoso penalti de Vinicius, que hizo que los aficionados del Madrid afilen sus uñas de tanto morderse por los nervios. No dejó la portería ni deslumbrante como una estrella fugaz, ni tampoco tan segura como un pajarito en un nido. Fue casi como pedirle a una tortuga que compita en la Fórmula 1. Vinicius se lanzó, pero el balón pasó tan suave que hasta el césped bostezó de aburrimiento. ¡Lo que pudo ser el gol más espectacular del mes se quedó en un fantasma que asustó más al propio Madrid que a su rival!

El cohete Valencia aprovechó el despiste y con un giro tan inesperado como un gol de chilena en un partido de petanca, puso al Madrid patas arriba con un 0-1. Mientras, los árbitros jugaban a los dados con el reglamento, como si estuvieran decidiendo qué pizza pedir en una pizzería de Marte. Una falta, dos faltas, pero vamos a pitar solo la que más gracia nos haga, decía el destino entre risas cósmicas. Las quejas eran tantas que hasta las palomas del estadio se revolvieron en protesta.

Con esta aventura futbolística, el Madrid se dio cuenta de que no tiene el camino despejado hacia la Liga como un ángel en un campo de margaritas. Con la urgencia de Neptuno tratando de descubrir la fórmula perfecta, el equipo tiene la misión casi tan épica como encontrar calcetines perdidos en una lavadora espacial. Pero claro, cada derrota, como en una película de ciencia ficción, cambia la historia hacia direcciones insospechadas. Ahora todo depende de los próximos partidos y de los duendes que acompañen al equipo en su próxima aventura estelar.