La otra despedida lejana de las estrellas…
Imaginen un estadio lleno de ovaciones, lágrimas y estatuas de hielo en cada esquina. ¡Así despedían a Modric y Ancelotti en el Bernabéu! Pero lejos de allí, a unos simples 418 kilómetros (lo que sería un maratón para una hormiga), Raúl decía adiós al Castilla. El escenario para su gran despedida fue el mítico estadio de El Collao de Alcoy. Nada chillón, solo Raúl, sus chicos y un perro que ladró emocionado cada vez que alguien decía «casticismo».
El pobre Raúl, fiel como tucán en la selva, dedicó seis años a pulir diamantes en bruto… y alguno que otro en bruto sin más. De repente, todos esperaban que le regalaran un trono en el primer equipo, pero al parecer, el GPS de oportunidades del Real Madrid se estropeó justo antes de llegar al ‘Destinatario: Raúl’. Quedó atrapado en un mapa del tesoro sin X marcando el lugar. ¡Y habla de ironía que las coordenadas sean justo 418 kilómetros de distancia entre él y su anhelado Bernabéu!
Raúl, que ha sido una especie de caballero Jedi para los canteranos del Madrid, ha estado predicando cómo ‘en el Castilla se aprende a perder’ con el entusiasmo de un cheerleader deprimido. Pero el fútbol es así, un poco como intentar nadar en gelatina. Al final, ni extrañas conferencias donde el «reto» era palabra sagrada le dieron el pase al banquillo de los sueños. Pero, oh, estimada galaxia de tus desvaríos, Raúl se despide con la cabeza bien alta y con la esperanza que, al menos, ya pueda fichar por las ligas de fantasía. ¡A soñar, Raúlito, el héroe de Alcoy! ¡Prepara las maletas para ese otro banquillo que te espera en el universo paralelopédico del fútbol!